LLAMAMIENTO
Ya antes del inicio de la pandemia, 23 millones de niños se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social dentro de las fronteras de la Unión Europea. Las dificultades financieras que están padeciendo las familias europeas durante este período, así como la interrupción de los servicios educativos y asistenciales, suponen una presión añadida en una situación ya de por sí preocupante. Las restricciones de salud pública provocadas por la pandemia han hecho que a muchos alumnos les resulte difícil mantenerse al día con su educación, lo que ha llevado a algunos a abandonar los estudios por completo. La imposibilidad de relacionarse con sus compañeros ha repercutido en la salud mental de los niños. Las consecuencias han sido muy desiguales según el contexto socioeconómico, mientras la pobreza ha seguido aumentando.
El impacto de la pandemia en las desigualdades que sufren los niños es variable y a la vez alarmante. Por este motivo, hacemos un llamamiento a las instituciones europeas para que realicen un esfuerzo renovado con el fin de establecer una «Unión de la Infancia» —una unión que garantice a todos los niños la igualdad de oportunidades— y actúen con rapidez para hacer realidad la Garantía Infantil y un instrumento «Next Generation EU» que esté verdaderamente al servicio de las generaciones futuras de Europa.
No cabe la menor duda de que la fragilidad de Europa se debe al aumento de las desigualdades y al debilitamiento constante del Estado del bienestar, lo que ha hecho que nuestra sociedad sea más vulnerable a las crisis económicas, medioambientales y, como hemos visto, sanitarias.
Si queremos construir sociedades más justas y sostenibles, nuestros hijos son la clave. Hay pruebas innegables de que la desigualdad en términos de oportunidades ya se percibe en los primeros años de la vida y se transmiten en gran medida de una generación a otra. En la actualidad, muchas familias con niños pequeños no reciben un apoyo adecuado y solo la mitad de los Estados miembros ha alcanzado el objetivo de la UE de prestar servicios de educación infantil y atención a la infancia al 33 % de los niños menores de tres años.
Los datos facilitados por EUROSTAT serían preocupantes incluso si no se dieran los efectos de la pandemia de COVID-19. En nueve países, una proporción inferior a uno de cada cinco niños tiene acceso a servicios de atención a la infancia y quienes los utilizan generalmente provienen de familias acomodadas. De hecho, resulta preocupante que la utilización de los servicios de educación infantil y atención a la infancia sea mucho menor entre los niños de familias desfavorecidas, los niños con necesidades especiales, las familias con bajos ingresos y las personas que viven en zonas rurales y remotas.
En algunos países, menos del 20 % de estos niños recibe algún tipo de servicio de educación infantil y atención a la infancia, frente a más del 70 % entre las familias con ingresos más elevados. Según un estudio llevado a cabo por la Fundación Europea de Estudios Progresistas y otras organizaciones, los niños europeos de cero a tres años de edad de familias pertenecientes al 40 % menos favorecido en el plano socioeconómico tienen aproximadamente un 15 % más de probabilidades de obtener notas medias cuando son adolescentes si tienen acceso a servicios de guardería a la edad de uno o dos años. El estudio hace hincapié en que las prestaciones sociales tienen una incidencia real en los resultados escolares futuros de los niños; por ejemplo, cuando la tasa de empleo de las mujeres es superior a la media de la UE y ambos progenitores pueden optar al permiso parental, es más fácil para los niños de familias desfavorecidos obtener buenos resultados escolares.
Por consiguiente, a menos que se presten unos servicios inclusivos y de calidad, la atención y educación de la primera infancia en Europa seguirá siendo un medio para que los niños de familias acomodadas desarrollen todo su potencial, en lugar de una forma de reducir la desigualdad y acabar con la exclusión social.
Como progresistas, exigimos una transformación sistémica: los servicios de educación infantil y atención a la infancia deben dejar de prestarse en función de la demanda y ha llegado la hora de ponerlos a disposición de todos los niños. Debe tratarse de un derecho jurídico y social consagrado en la legislación europea.
La UE es capaz de innovar en el ámbito político y cuenta con la fuerza política necesaria para facilitar una nueva era de apoyo y desarrollo para todos los niños europeos y abordar estas desigualdades tan persistentes. A tal fin, como dirigentes, académicos y activistas progresistas de toda Europa, nuestra visión de una Unión de la Infancia se basa en los siguientes objetivos:
1. Una rápida entrada en vigor de la Garantía Infantil Europea. Muchos diputados al Parlamento Europeo y la familia progresista en su conjunto han hecho un llamamiento a favor de una Garantía Infantil Europea para abordar los aspectos multidimensionales de la pobreza infantil.
La Garantía Infantil velaría por que todos los niños europeos que se encuentran en situación de pobreza o que corren el riesgo de caer en ella tengan acceso a unos servicios de atención a la primera infancia gratuitos y de calidad, así como a la asistencia sanitaria, la educación, una vivienda digna y una alimentación adecuada. Las negociaciones están en curso y hay que hacer todo lo posible para que la Garantía Infantil sea parte integrante de la política de la UE. Esto incluiría un presupuesto específico de 20 000 millones EUR y compromisos de financiación vinculantes para los Estados miembros en sus programas nacionales del FSE+.
2. Desarrollar un ecosistema inversor para los niños europeos, empezando por una planificación correcta de los fondos del instrumento «Next Generation EU». Habida cuenta de que los niños figuran entre los más perjudicados por la pandemia, la Unión de la Infancia debe convertirse en un pilar fundamental de la estrategia de recuperación de Europa. Para ello, es necesario reorientar los planes nacionales de recuperación hacia los servicios asistenciales para las generaciones futuras de Europa.
Un ecosistema inversor para los niños europeos debería basarse en la Garantía Infantil, el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, los fondos estructurales y los recursos nacionales, para mejorar la eficacia de la prestación de unos servicios de educación infantil y atención a la infancia inclusivos y de calidad para todos, prestando especial atención a los niños y las familias más vulnerables.
3. Garantizar la igualdad de acceso a unos servicios de educación infantil y atención a la infancia inclusivos y de calidad para todos. La legislación europea debería garantizar los derechos del niño mediante disposiciones públicas universales y asequibles para todos, así como recursos específicos para los niños desfavorecidos o en situación de riesgo. La promoción de la calidad y la inclusión son prioridades clave. Para ello, es preciso: i) garantizar que los docentes reciban un salario digno y estén debidamente capacitados para dotar a la próxima generación de europeos de las capacidades propias del siglo XXI que necesitan para triunfar; ii) ayudar a los niños a emanciparse y a reforzar su papel como agentes del cambio; iii) facilitar la intervención y la participación de los progenitores y las comunidades; y iv) aprovechar las sinergias entre la educación infantil y atención a la infancia y las políticas de protección social y laboral. De hecho, para hacer frente a las desigualdades estructurales que son factores de riesgo para el desarrollo de los niños, resultan esenciales las medidas de apoyo a los ingresos de los niños, las políticas activas del mercado de trabajo, en particular para el empleo femenino, los salarios mínimos decentes garantizados por ley o por negociación colectiva y los permisos parentales no sexistas.
La pandemia de COVID-19 ha planteado problemas nuevos y dramáticos a las familias vulnerables. Como expertos, activistas y responsables políticos, creemos que ha llegado el momento de reforzar las ambiciones de Europa y hacer este firme llamamiento a favor de una Unión de la Infancia. Así pues, pedimos a la UE que esté a la altura de las expectativas de sus ciudadanos y que garantice el bienestar no solo mediante la unión bancaria, la unión de los mercados de capitales, la Unión de la Energía y otras formas de cooperación económica, sino también a través de una unión social dotada de un mandato sólido para garantizar el bienestar de todos los niños.
Más de 300 figuras prominentes del ámbito político, académico y de la sociedad civil ya han firmado el llamamiento. Aquí pueden encontrar la lista actualizada.